While we wait for Charles Filch to come we entertain ourselves with “The Artist Without Works” and “Rehearsal/ retrospective”. Of course “Instant Narrative” is a continuum, of which we are going to start publishing the first fascicles. I am sure you are all looking forward to that.
Charles Filch could only come from on the 11th, and besides that, this month we only wait for the visit of Mr. Lazzarato – who will speak with me about the very great, and very forgotten by many, Catalan psychiatrist Francesc Tosquelles. François Tosquelles, since he spent most of his exiled life in France – he was the chief psychiatrist of the Republican army, civil war.
While we wait for Charles Filch, I feel the need to lick my wounds of artist in the Pavilion and I’ll do so in the comfort of this blog which I know so few people read: my husband, Martín the web designer, and that’s about it. So I will allow myself some liberties. Since most of my grudges are provoked by the Spanish press, I will continue in Spanish.
Todo parece residir en una serie de profundos malentendidos.
Cuando se ocupa este espacio, “El Pabellón” (que por razones de sonoridad y por las reminiscencias fálicas que empieza a tener para mí, comienzo a llamar desde hace unas semanas “El Pollón”) hay dos grandes malentendidos:
uno, que se representa a España (¿Pero a quién en España? ¿A sus artistas, a sus obreros, a la aristocracia, a la periferia, a todas sus regiones, a todas sus ciudades, a su historia, a su contemporaneidad, a su arte, a sus aeropuertos, a sus escuelas, qué es, permítaseme que me ponga en plan, qué cosa es España?)
y dos, que todo lo que se hace aquí se hace con dinero público y por tanto todo el mundo tiene derecho a opinar si se ha gastado bien o mal. Sin duda olvidan que en “España” casi todo en cultura se hace con dinero público, pero como ese dinero se filtra a través de instituciones o museos, a quien se insulta es a esas instituciones, y no como aquí, directamente al artista, como si fuera un muñeco de pim-pam-pum.
Además, he observado que profesiones a las que consideraba mejor informadas – los periodistas- parecen no tener ni idea de cómo se hace un presupuesto para un acontecimiento que ha de durar seis meses, con muchas personas que trabajan en ello (100 exactamente, incluyendo guardas, actores, coordinadores), con una publicación, con seguros, transportes, publicidad, préstamos, prensa, envíos – es una oficina que tiene que durar seis meses. Pero en fin, no nos perdamos en casuísticas.
España, pues, y el dinero público, son las dos razones por las que muchos te odian ya nada más cruzar la puerta del “P…llón”. Después, lo que haya dentro poco importa, siempre habrá razones para encontrarlo mal o bien. Se ha dicho que era una enorme pérdida de tiempo y de dinero. ¿Cómo se pierde el tiempo? muchos años llevo preguntándome cómo perder el tiempo, sin conseguirlo. En cuanto a perder el dinero, el dinero no se pierde, solo se transforma – puedo asegurar que ningún dinero se ha perdido aquí, todo ha ido a parar a alguna parte.
Otro prestigioso crítico (me he dado cuenta que en los periódicos españoles o hispanoparlantes nunca se pone la palabra “crítico” sin poner por delante “prestigioso”) me ha llamado imbécil. Mira, eso puedo aceptarlo. Por de pronto, la categoría de imbecilidad no me parece la peor en la que puede uno encontrarse. Como Carmelo Bene, considero que ser imbécil y abrir la boca lo suficiente puede permitirme el vuelo. De modo que no, imbécil no me ofende.
Sin embargo, mucho más me ha molestado – y sorprendido- que me llamen cínica. Para mi sorpresa, resulta que muchos han entendido que cuando hablo de “Lo Inadecuado” me refiero a mi condición particular. Como la Santísima Virgen, se me ha aparecido el “P…llón” y yo he dicho “no soy digna”. Y ahí es donde soy cínica – porque todo el mundo sabe que soy dignísima, que vivo para trepar, que solo he vivido pensando en el “P…llón” en los últimos años, y que finjo azoramiento como una prostituta finge virginidad.
En mi imbecilidad quizás no me había dado cuenta de cómo había ascendido hasta llegar a convertirme en segura candidata para el P…llón -tengan ustedes (ustedes, los que no leen este texto) presente que vivía en el extranjero desde hace veinte años, lo que explica también de paso que tenga trato con oscuros circuitos internacionales-.
Debido a esta mi condición de extranjería pues nunca pensé que tuviera que representar a España ni que tuviera que justificar su gasto público.
Pero, es que la descripción “Inadecuado” no se refiere a mí- y una la verdad se sorprende de tener que explicar algo tan obvio.
La idea de este proyecto está imagino suficientemente explicada en el “intro” de theinadequate.net (¿alguien ha pensado en leer la nota de prensa antes de escribir un artículo, al menos un artículo en que se llama cínico al artista?)
Cito:
{«Lo Inadecuado» es una performance extendida hecha de objetos, conversaciones, monólogos, teatro, silencios y debates. Los protagonistas de esta performance múltiple y colectiva, que proceden de varias generaciones y se ocupan preferentemente de la escena cultural italiana como objeto de investigación, son expertos en la idea de Inadecuación. Los protagonistas de «Lo Inadecuado» representan posiciones independientes, underground, disidentes, no oficiales, marginales, exiliadas.}
Es decir,no estoy hablando de mí. Hay artistas por aquí en los Giardini que hablan de Estambul, otros de las olimpiadas, yo puedo, si me da la gana, hablar de Lo Inadecuado. Eso no define a nadie como turco, ni como atleta, ni como inadecuado.
En todo lo que se ha escrito (en español) sobre el P…llón, sorprende que hay cosas aquí que nunca han sido mencionadas, signos que se han pasado por alto inexplicablemente.
– Mi nombre no está en ninguna parte en el P…llón. No hay absolutamente nada en las paredes del P…llón- no hay vinilos, no hay logos, no hay título. ¿No se le ha ocurrido pensar a nadie que esto puede significar algo?
– A nadie se le ha ocurrido comentar que en este P…llón se encuentran los siguientes tesoros: un dibujo de Fernand Deligny; los microscripts de Robert Walser; cinco obras de Fabio Mauri; la colección completa de películas de Alberto Grifi, junto a películas de Alice Guareschi, ; una obra original de Gianfranco Baruchello; el archivo de “sensibili alle foglie”- una colección de arte y una editorial iniciada dentro de las cárceles de seguridad en Italia; reproducciones del museo Svevo/Joyce de Trieste; obras de artistas del “museo de arte italiano in esilio”; una obra original de Emilio Prini! ; la famosa maleta roja de Uffici per l’Immaginazione Preventiva;- y en fin es obviamente un archivo de lo más florido de la escena disidente Italiana. Todo esto se ha pasado por alto, nadie ha pensado que era un archivo, nadie ha pensado a qué se refería este archivo. ¿Cómo es posible? No es una exposición, y por tanto nunca podrá ser juzgada como una exposición porque no lo es.
– Curiosamente, nadie ha hablado de dos videos que se proyectan aquí, salvo para decir -no cito textualmente pero era algo así- “muestra unos vídeos sobre internos en un hospital psiquiatrico” – claro, como “Otelo” va sobre una que perdió un pañuelo…
En fin, esto es un work in progress, seguirá este post: seguirá, y se modificará, y quizás, desaparezca.
Toma ya, chuppa te esto (like they say during footbal matches).
no solo lo lee tu marido, este blog. que grata sorpresa, que contestes esta reaccion. por un lado, no hay nota de prensa que no cite el dialogo y la necesidad de “entablarlo”. por otro, se anima siempre a no contestar,a no ponerse a su “altura”. pero contestar es vital, no solo tu, deberiamos contestar muchos mucho rato con muchos argumentos, vamos, juntarnos a discutir, a gritos, si cabe. o solo a gritos, ya de una vez.
Vaya, por fin.
Entre tanta inequidad hostil y rancia,
lerdos epítetos y casposos,
la frescura de la luz estival
consigue disipar el nubarrón…
Gracias, Dora
Vaya, por fin.
Entre tanta sin-razón hostil y rancia,
lerdos epítetos casposos,
la frescura de la luz estival
disipa la tormenta artificiosa
de sueños húmedos…
Gracias, Dora
Estas cosas forman parte del baile…
tú querias bailar, no?
Te invitaron, tú aceptaste…
no te enfades querida.
Las cosas no son tan así,
disfrutalo, pasalo bien, y no eches de menos
aquellos tiempos, cuando no te invitaban a Bienales…
Yo no le conozco a usted de nada, deje de tratarme de tú. Usted no sabe nada de mí, ni de lo que quiero, y mucho menos puede darme consejos.
Nadie dijo que “usted” y el aquí firmante, nos conocieramos…
nadie dijo que el aquí firmante supiera todo de “usted”….
A “usted” la invitaron a un “baile” y eso es público,
tan público como el dinero que lo financia,
lo demás….
¿Tal vez una intervención “inadecuada” ?
Solo pretendía animarla, pero parece cuestión dificil en estos momentos.
Arto
sra. admin,
yo tampoco la conozco a usted de nada, pero usted al aceptar formar parte de esta representación se ha convertido en un ente público, pagado con dinero público como usted muy bien recuerda en su escrito, y como tal ente público debe aceptar igualmente que algunos contribuyentes ponga en duda la validez de su proyecto. Sobran malos gestos y enfurruñamientos, y falta una reflexión más honda sobre la extraña rima entre subversión y subvención. Y si su nombre no está en el pabellón debe ser en el único sitio en que falta, creo que lo que eso significa -pregunta que usted se hace- no es más que una exhibición de la ausencia: un monumento invertido (usted misma parece extrañarse de que nadie haya reparado en él).
Me alegro que me llame de usted, porque no nos conocemos, y paso con gusto a responderle.
– yo soy un artista que hace su trabajo desde hace una serie de años, para varias instituciones y galerias y sociedades sin ánimo de lucro y asociaciones de artistas y también doy clases. Así me gano la vida. No soy un ente público, perdone pero no lo soy. No me paga el dinero público, no me paga a mí; paga al proyecto del pabellón de España, que depende de un ministerio, y yo no tengo nada que ver con eso. Simplemente he respondido a un encargo que se me ha hecho. Es una relación perfectamente normal en que un artista realiza un encargo. Nada más. Los honorarios son los normales y no tengo por qué explicarlos, pero son más bajos de lo que paga un museo por realizar una exposición individual.
– yo acepto que se ponga en duda la validez de mi proyecto, como se han puesto en duda otros anteriores sin esta carga institucional, siempre que sea de un modo razonado y educado- como yo trato a los demás. Me molesta que se me reprochen cosas morales como el cinismo, o insultos directos como la idiotez. Eso no es una crítica, es un insulto.
– Yo no soy subversiva, ni estoy subvencionada. Creo que esto ya ha quedado explicado e imagino que lo ha entendido usted. Se me han pagado unos honorarios, no se me ha subvencionado. Por otra parte, no tengo nada contra las subvenciones, pero no me han dado ninguna.
– Yo no he hecho ningún mal gesto, más que el natural cuando te llaman cínica e idiota. ¿Usted no reaccionaría ante algo así? ¿O tengo que soportarlo sin decir nada, pagando por algo que no sé lo que es?
La última parte de su mensaje no la entiendo. Creo que está claro que los dos nos caemos muy mal, y por tanto no le veo mucho sentido a seguir este intercambio.
Acuerdate de Caro…
Arto
Estimada Dora:
Antes de nada, felicidades por tu trabajo en el pabellón español de la actual Bienal de Venecia.
No importa tanto el referido pabellón como el trabajo en curso que estás realizando en el mismo, trabajo que, de forma mayoritaria entre los españoles que lo han visitado, recibe duras críticas y descalificaciones. No pasa nada, parafraseando a un ilustre escritor, “lo importante es que hablen de uno aunque sea bien”. Bien está, también, que aquél a quien llaman idiota o cínico procure defenderse por y en cualquier medio (tú lo haces desde la página de tu proyecto, lo cual ni te descalifica ni te dignifica) aclarando determinados errores o malentendidos. Ocurre que en tu post / respuesta Waiting for Charles Filch: El Peor Pabellón se deslizan afirmaciones, dudas y preguntas que lejos de aclarar nada, añaden confusión a un posible debate, descaradamente adormecido, en el cual cuestiones como el rol del artista, la existencia de un estado o país, la división público/privado y el estatus de la representación institucional, entre otros, son despachados con cierta ligereza. Te traslado mi convencimiento de que eres la artista española más importante de los últimos treinta años, que has trabajado con tesón, acierto y coherencia y que la entidad de tu proyecto personal se debe a tu propio esfuerzo; olvidemos por un momento y por su irrelevancia la cantidad creciente de estultos y jóvenes comisarios que, entre nosotros y últimamente, son fans de tu trabajo, ocurre hasta en las peores familias. Si se me permite, trataré de hacerte llegar algunas consideraciones personales, no críticas pero tampoco acríticas, alejadas por propia voluntad de la dicotomía platoniana saber / opinar, estrictos comentarios a algunos de tus comentarios.
Vaya por delante mi convencimiento de que la representación española a través de “Lo inadecuado”, en el seno de una bienal errática, fallida y torpemente reaccionaria, no solo no constituye el peor pabellón sino que, junto a los pabellones de Dinamarca y Reino Unido, es el mejor de los pabellones nacionales; la estructura vertebral de tu proyecto, su puesta en escena, la calculada y medida incorporación de materiales e informaciones, sus publicaciones, su carácter de working progress, tu propia presencia física y tus labores de dirección y liderazgo en el mismo, comienzan y terminan generando una propuesta expositiva admirablemente perturbadora.
Pero vayamos a tu autodefensiva respuesta ¿crítica? a los ataques navajeros delos que has sido objeto deseado y chivo expiatorio… Cuando se ocupa este espacio, “El Pabellón” (que por razones de sonoridad y por las reminiscencias fálicas que empieza a tener para mí, comienzo a llamar desde hace unas semanas “El Pollón”… Buen comienzo, sin duda, pero extremadamente equivocado, o inadecuado, puede ser un lapsus sonoro, facilón, pero para no entrar en mayores cotas analíticas digamos que lo fálico viene siempre referido a la fase fálica, la llamada fase genital que Freud entendió como un estadio del desarrollo libidinal infantil fruto de que el niño (hombre y mujer) no llega a entender la existencia de dos genitales específicos y diferenciados, el falo y la vagina; sin meternos en mayores vericuetos posfreudianos que estarían abocados a un filtro melaniekleinianos sobre la proyección infantil de tu nombrado pollón, más bien se trataría, adecuadamente, eso sí, del pabellón como un megaútero con una entrada sin nombre (vaginal) que no quieres o no te atreves a nombrar, a poner nombre, a poner tu nombre.
Pero pasando al primer punto de tu respuesta y/o defensa (¿qué cosa es España?) preguntas y te interrogas. En verdad se trata de una pregunta o duda de parvulario nacionalista, pero al estar formulada por una artista con tu estatus adquiere una relevancia histórica, intelectual y cívica que no conviene en modo alguno pasar por alto. A buen seguro, ningún artista inteligente, del circuito, alemán, americano, francés, sueco… se interrogaría sobre qué es su país. El sentido común y la práctica diaria del conocimiento dejan fuera de lugar una pregunta que, además de retórica puede esconder no se sabe bien qué obtusas veleidades de marketing globalizador; de sobra sabes qué es España como de sobra sabes qué es Bélgica, por ejemplo, a pesar de ser éste un país con una grave crisis de identidad colectiva. Para no andarnos por las ramas, resumamos que España es el país que te ha invitado a pensar, inventar y materializar un proyecto para su pabellón en la 54 Bienal de Venecia. Y tú has aceptado. Cabe suponer que tanto tú como el responsable del Estado español, que firmasteis el preceptivo contrato administrativo, sabíais qué es España, y de no ser así nos encontraríamos ante un caso claro de ilegalidad o, lo que es peor, de un acto nulo de pleno derecho.
Otro tanto en lo referente a la “representación” ¿Qué problema hay en representar no al otro (algo complicado) o a uno mismo (muchísimo más complicado) sino a una realidad jurídica, política y estatal que es quien te invita y contrata? Quien acepta una invitación acepta su marco legal, sus reglas, etc., y ello sucede y sucederá mientras se mantengan los pabellones nacionales. Hablamos de representar, ser imagen o símbolo de algo, en su acepción más exacta en este caso. En la propia Bienal se han dado casos fronterizos que no han causado mayor problema ni duda respecto a ese rol de representación; cuando Kosuth representó a Hungría y no a EE. UU., otro tanto con Liam Gillick en el pabellón alemán, no en el de Reino Unido. Y hay un caso extremo, Felix González-Torres, que no fue consultado y representó a EE. UU. después de muerto. Ni siquiera en este último caso nadie osó poner en discusión el carácter representacional de los pabellones y los artistas que los ocupan. Así son las cosas y respecto a ellas tú puedes plantear las dudas que consideres oportunas. Ahora bien, otra cuestión es que dichas dudas se esgriman como categorías sobre las que habría que discutir con mucha más profundidad y detenimiento. Lo quieras o no representas a España, en un momento muy complicado de su historia, y quizás por ello te están lloviendo piedras y gatos. Menos mal que para tu performance has centrado tu universo de muestreo en Italia, de haberlo hecho en España la lluvia hubiese sido una tormenta cuando no un tormento. Por cierto, hablas en tu respuesta sobre los protagonistas de tu largo performance: Los protagonistas de «Lo Inadecuado» representan posiciones independientes, underground, disidentes, no oficiales, marginales, exiliadas.}… bueno, en algunos casos y no en otros (es lo malo de generalizar); tienes algunos protagonistas que son puro mainstream (en coincidencia con los invitados a los seminarios del pabellón de Cataluña y Baleares), sobradamente invitados y publicados en España, fundamentalmente en la primera etapa de Brumaria, gente que, a costa de aligerar su discurso, adelgazarlo y acoplarlo al mercado cultural neoliberal se adecuan incluso a lo inadecuado.
Pero, ¿qué pasa con los últimos pabellones españoles de la Bienal, incluidos los de la sección de arquitectura, que no paran de generar problemas y discusiones más o menos interesantes sin dejar satisfecho a casi nadie? En mi opinión, tal vez haya un fantasma, un fantasma o un Alien fruto de la cópula de Santiago Sierra con la maltrecha identidad nacional. El cierre de Sierra, parafraseando a Gustavo Bueno, ¿es un cierre categorial que subsiste en el pabellón? ¿Tendrá que gobernar de nuevo el Partido Popular para inventarse a una nueva Rosa Martínez y un nuevo artista dispuesto a romper el maleficio?
Una última nota. Actualmente y, como siempre con gran asistencia y disfrute de público, Antonio López presenta en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid sus grandes éxitos remasterizados más alguna pieza de estudio que, como es ya habitual en su caso, no habían salido al mercado. Los directores de grandes museos, los periodistas, los media, etc. han hecho el gran descubrimiento: es el pintor de la Realidad. Nada más falso y alejado de la realidad: es un pintor de “su” realidad y ese es su gran y único acierto. Me permitirás la licencia de establecer una relación entre él y tú (más allá de Castilla-La Mancha y Castilla-León) pues en tu trabajo, coherente donde los haya, subsiste una permanente propuesta al otro y a los otros que siempre parten, viajan y finalizan en “tu” y según “tu” realidad.
En fin, larga vida a tu performance de seis meses.
Recibe un abrazo.
Gracias Darío por tu comentario. Contesto con brevedad: es cierto que el capítulo “El peor pabellón” era bastante ligero, pero es que fue escrito con funciones puramente terapéuticas ya que no es mi trabajo defender este proyecto, sino simplemente, conseguir que exista. No quiero hacer proselitismo del mismo. De modo que en efecto era poco reflexionado y sin otra función que sacudirme la caspa de encima. No tiene mayor trascendencia. Pero sobre lo que dices tú, en efecto yo no sé lo que quiere decir representar a España ni lo que es España, no lo sé y sé que hay muchos artistas que ignoran lo que es Bélgica (no existe) los EEUU (no pertenecen a ellos porque Puerto Rico no puede votar en las presidenciales) o Great Britain (cuya identidad queda constituida por los que no quieren ser parte de ella). De modo que no lo sé pero nunca pensé que tuviera que saberlo para hacer Lo Inadecuado. A mí no me llamó ningún representante nacional, sino la comisaria del pabellón, que me pidió que presentara mi trabajo en el espacio del pabellón, el encargo no era “representa a España” sino “presenta tu trabajo en el pabellón español” y eso he hecho. Simplemente he presentado mi trabajo, muy similar a los que he hecho en otras ocasiones y que quizás nadie había visto antes y de ahí su sorpresa: un trabajo de autoría fractal, desterritorializado como yo misma, temporal, de perfil bajo, difícil de aprehender, con grandes lagunas de coherencia y solo sostenido, me atrevo a decir, por mi entusiasmo. No me he planteado nunca representar a España, sino representar (si tengo que representar algo) una manera de entender lo que es un artista (no necesariamente yo) – una manera de entender lo que es un artista que debe mucho al hecho de que yo soy española y al hecho que he vivido “fuera” veinte años; y solo he lamentado que el realizar este trabajo haya sido una labor tan titánica, tan desmesurada, tan de tener que discutir obviedades, precisamente por haber sido hecha con el ministerio de asuntos exteriores que, si ha aportado al proyecto toda su generosidad, también ha aportado su administración.
Y finalmente, respecto al carácter disidente de los participantes: como digo la autoría del proyecto es fractal, y de seguro en alguna parte de ese fractal está Brumaria, como en otra parte está Sergio Leone y en otra Carmelo Bene.
Hombre y aún no he terminado. Aventuro una interpretación. Yo no veo nada complicado el asunto, aplicando una lógica facilona: yo soy una artista española, me invitan a presentar mi trabajo en el pabellón español (no a representar a España, insisto), mi trabajo se presenta, ergo, representa a (los artistas de) España. Yo creo que el problema reside más bien en la naturaleza del trabajo: no puede decirse que realmente sea mi trabajo. Yo creo que es un problema de la idea recibida de lo que es un autor y de lo que es una exposición. Remito a lo que yo considero el mejor artículo, hasta ahora, sobre Lo Inadecuado, escrito en la revista cultural “izquierdosa” como dicen los casposos, Alphabeta, por Valeria Burgio:
“L’état, ce n’est pas moi.
“Un artista es inadecuado para representar un país, un país es inadecuado para ser representado por un artista”. La frase de Dora García, que de este modo responde a la invitación de representar a España en la 54° Biennale di Venezia, puede irritar, como irrita toda forma de resistencia nacida de una aparente modestia y como irrita la humildad de Bartleby que a cada propuesta responde, entre triste y sumiso, “Preferiría que no”. La muestra en el pabellón español es austera, tanto como para hacer decir al crítico Adrian Searle, del “Guardian”: “Spain was without pleasure”. Ciertamente, después del baño de “celebrities” y los tributos a los galeristas escritos en forma de “courtesy” sobre las etiquetas diseminadas en la muestra de Bice Curiger, dos son las reacciones posibles a la muestra que alberga el pabellón español: el fastidio, el aburrimiento y la fuga, por un lado; por otro, la “ruptura epistemológica”, una alteración en la mirada y el sentido crítico con los que ha de verse toda la Biennale. El archivo de documentos expuesto, de hecho, no es una retrospectiva de las acciones de la artista. Más bien es un depósito de memoria listo para ser activado; de tanto en cuanto, muchas veces sin aviso ni programación, el espacio, los objetos, los documentos, toman vida gracias a narradores y actores, con la participación del público en conversaciones y acciones de teatro. En una visita guiada a la “exposición sin obra” (El artista sin obra), dos actores, con su pedestal portátil que los eleva respecto al público, pasan de un lado al otro del pabellón para proponer un “tour” de la nada. Nos ilustran sobre cómo no producir obra puede ser una elección ponderada y creativa, útil para el análisis por negación del funcionamiento económico y psicológico de la producción artística. La obra no está, la identidad del artista está atomizada en sus “performers”, y el espectador entra en crisis. Se comporta como un cuerpo errante buscando el apoyo de un objeto que observar y juzgar; comprende muy pronto que es él el objeto observado y juzgado, cuando se da cuenta que el texto proyectado negro sobre blanco en una pantalla habla de él. Se trata de “Instant Narrative”, descripción en tiempo real de aquello que sucede en la sala, incluídos las actitudes y los comportamientos del público. Como si no bastase, el observador observado, insertado en los mecanismos escópicos de la re-entry luhmanniana, es también objeto de insulto: los guías de la visita a la muestra sin obras (El artista sin obras), al final de la visita, mirando fijamente al público a los ojos y estrechando sus manos uno a uno, utilizando el filtro de las “comillas” (se cita a Guy Debord y a Peter Handke) les tratan de aprovechados y de pequeñoburgueses. Después de esta experiencia, nada es como antes, y también el mundo ceremonioso de los empleados que deambulan por los Giardini en los días de inauguración, se nos aparece cuando menos siniestro. Se ha abierto una brecha en la construcción teatral de las relaciones económicas y sociales, la misma brecha que abren sobre la realidad los locos, los psicóticos, y los inadaptados. Los inadecuados. Es la vergüenza social descrita por Goffman, según el cual el que se mueve de modo inoportuno o inapropiado – el cómico o el psicótico- destruye mundos, “desgarra la tela de la realidad inmediata”. La tarea del artista no es solo por tanto “hacer mundos” como auspiciaba idealísticamente Daniel Birnbaum hace dos años, sino también destruirlos, abrir los ojos sobre la modalidad de su construcción.
La desaparición de las obras y la disgregación del artista en un número de sujetos delegados que hablan de él, van de la mano de la total indiferencia lanzada sobre el concepto del estado-nación. El pabellón es español, pero podría ser de cualquier sitio: la internacional situacionista late todavía.”
Dora, gracias por tu respuesta y tu tiempo; por no haber caído en alguna de las bromas/trampa que, cariñosamente, te había tendido.
Aclarado el asunto “representación” institucional, sin desacuerdos.
La opinión de Adrian Searle me había llegado de oídas, la de Valeria Burgio es muy esclarecedora y sobria.
Te reitero mi felicitación y abrazo.