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En la foto, de derecha a izquierda: Charles Filch, amigo de Michelangelo Miccolis, Manuel Olveira, Micheangelo Miccolis.Ayer domingo tuvo lugar la hasta ahora más fructífera discusión abierta “Saludos de Charles Filch” en el pabellón español en la Bienal de Venecia. Muchos participaron, muchos otros observaron desde fuera del escenario, otros muchos pasaron de largo aunque muy pocos pudieron ignorar la muy apasionada discusión dirigida por Charles Filch. Todo fue descrito por Narrativa Instantánea.
La discusión fue anunciada, en el póster por supuesto a la entrada del pabellón, y verbalmente durante el día por Charles Filch en el recinto de la bienal, invitando de viva voz a todo el mundo que pudiera estar interesado. Sin embargo, podemos decir que la mayor parte de los asistentes son fieles seguidores del pabellón (Micheangelo Miccolis, yo misma, Moritz Küng), visitantes ilustres (Manuel Olveira), y personas que han oído hablar o leído sobre lo que aquí acontece. En esta categoría se encontraba un psicoanalista alemán; una experta en música concreta (Stockhausen) alemana también; un profeta norteamericano establecido en Madrid que quiere mostrar al mundo la extensión de la conspiración que ha creado el fantasma de la crisis, asesinado a JFK (famosa pregunta oída en la conversación: “Do you know J.F. Kennedy?”) con una bala mágica capaz de rebotar siete veces en su cuerpo y finalmente reventarle la cabeza, y provocado el 9/11; una alumna de la “más revolucionaria escuela de arte del mundo” (a saber, en Oslo), muy combativa con el nombre de la exposición central de la bienal (“You can read illuminati, you can read llum, you can read nazi, and you can read nations”) y con el nombre del proyecto del pabellón español (“si tú estás aquí no eres inadecuada sino adecuada” – me suena, me suena, pero no entré en la discusión, ya que la open discussion “Best Regards” no trataba de la pertinencia de mi trabajo en particular); una joven artista escocesa hija de un famoso escultor escocés, que había visto 24 h. seguidas la obra de Christian Marclay “The Clock” con el objetivo de recaudar fondos para su propio trabajo, y que grabó la mitad de la conversación en un pequeño voice recorder; en el momento en que el aparato se quedó sin pilas, la gente empezó realmente a hablar; un amigo actor, estudiante de filosofía y teología, de nuestra pavilion star Michelangelo Miccolis, que realizó brillantes comentarios e intervenciones; una joven canadiense “in exile in America”, que hacía comentarios literarios de William Shakespeare; una arquitecta diminuta de mirada intensa, de Glasgow; la hija del escultor escocés y la diminuta arquitecta resultaron tener un proyecto conjunto titulado continuous-curatorial-conversations.org; una o dos personas sin identificar; Mari Carmen y Patricia Vera, del pabellón español – Patricia nos sorprendió con la declaración siguiente:
Charles Filch: Patricia, What kind of art do you like: sculpture, painting?
Patricia: I like living sculptures, like you.
No hace falta decir que con este elenco la conversación hervía (bueno, solo a partir del momento en que el grabador de curatorial conversations dejó de grabar, curatorial conversations pueden intimidar a cualquiera), que duró dos largas horas, y que tuvieron que venir a echarnos.
Algunas imágenes:
Alexandra C M Ross, Moritz Küng, Mari Carmen Villoslada, Michelangelo Miccolis Diminuta arquitecta de mirada intensa, y, saliendo, tímida admiradora de Noruega que abandona la discusión “porque apenas hablo inglés y aquí nadie habla noruego, me temo” De izquierda a derecha: el profeta, el psicoanalista, la alumna de escuela de arte revolucionaria, y personaje no identificado. M. Miccolis, M. Olveira, el actor estudiante de teología, Charles Filch y Patricia Vera Entre Moritz Küng y la diminuta arquitecta: canadiense exiliada en Norteamérica que comenta obras de William Shakespeare. Detrás de Alexandra C. M. Ross: experta en Stockhausen
la visita a la Bienal de este año no fue muy excitante en general(quizás nunca lo es, pero este año un poco menos porque la exposición central me pareció floja, aunque hay piezas muy potentes como la de Christian Marclay), pero es posible visitar pabellones muy interesantes como el de Austria, Rusia, Brasil, Lituania y España.
Visité el español 4 veces y cada día pude asistir a una visita guiada y/o una performance, además de poder consultar los videos y diferentes materiales que la artista ha dispuesto en vitrinas. Me gustó mucho como está concebido el pabellón desde el punto de vista de la arquitectura y la selección de materiales a modo de archivo. También me gustó la concepción del escenario donde está escrito Lo inadecuado y en donde tiene lugar la extensa y zigzagueante performance de 6 meses que Dora García ha organizado junto con los performers, los personajes y los invitados.
Muchos aspectos me los esperaba: la seriedad conceptual de la propuesta, la economía de medios, el aguijoneamiento intelectual, etc. Y otros me sorprendieron: la hábil navegación de Charles Filch a la hora de incentivar y enhebrar las aportaciones del público y, también, sobre todo, la increible belleza de la performance Rehearsal/Retrospective.
Sobre el primer aspecto -más allá de resultar estimulante la intención de Filch de entender lo que es el arte, la bienal, las expectativas de los visitantes, etc- es reseñable la manera en la que la propuesta acoge en su seno (posiblemente sin serlo y posiblemente sin que la artista lo haya buscado) un “proyecto educativo” más allá de los ejercicios institucionales de mediación. Esa forma de construcción de una situación volatil en la que se produce conocimiento de forma compartida me parece muy interesante.
El otro aspecto además de interesante me parece conmovedor: la belleza derivada de la continuidad y la contaminación entre un “ensayo” de la performance Artist without Words y otras performances tales como La esfinge o El mensajero. La simultaneidad genera una especie de coreografía y la interacción y las reacciones del público la completan y la estimulan aún más.
Empecé diciendo que la visita a la Bienal en general no fue muy estimulante, pero propuestas como las de Artur Barrio, Darius Miksys, Markus Schinwald, Andrei Monastyrski o la que acabo de “describir” de Dora García hacen que el viaje, aún así, no sólo valga la pena sino que sea más que recomendable.