A riflettori spenti
– La 54a biennale di Venezia
por Valeria Burgio
revista Alfabeta2 No. 11
originally at
(fragmento, traducido del italiano por Dora García)
L’état, ce n’est pas moi.
“Un artista es inadecuado para representar un país, un país es inadecuado para ser representado por un artista”. La frase de Dora García, que de este modo responde a la invitación de representar a España en la 54° Biennale di Venezia, puede irritar, como irrita toda forma de resistencia nacida de una aparente modestia y como irrita la humildad de Bartleby que a cada propuesta responde, entre triste y sumiso, “Preferiría que no”. La muestra en el pabellón español es austera, tanto como para hacer decir al crítico Adrian Searle, del “Guardian”: “Spain was without pleasure”. Ciertamente, después del baño de “celebrities” y los tributos a los galeristas escritos en forma de “courtesy” sobre las etiquetas diseminadas en la muestra de Bice Curiger, dos son las reacciones posibles a la muestra que alberga el pabellón español: el fastidio, el aburrimiento y la fuga, por un lado; por otro, la “ruptura epistemológica”, una alteración en la mirada y el sentido crítico con los que ha de verse toda la Biennale. El archivo de documentos expuesto, de hecho, no es una retrospectiva de las acciones de la artista. Más bien es un depósito de memoria listo para ser activado; de tanto en cuanto, muchas veces sin aviso ni programación, el espacio, los objetos, los documentos, toman vida gracias a narradores y actores, con la participación del público en conversaciones y acciones de teatro. En una visita guiada a la “exposición sin obra” (El artista sin obra), dos actores, con su pedestal portátil que los eleva respecto al público, pasan de un lado al otro del pabellón para proponer un “tour” de la nada. Nos ilustran sobre cómo no producir obra puede ser una elección ponderada y creativa, útil para el análisis por negación del funcionamiento económico y psicológico de la producción artística. La obra no está, la identidad del artista está atomizada en sus “performers”, y el espectador entra en crisis. Se comporta como un cuerpo errante buscando el apoyo de un objeto que observar y juzgar; comprende muy pronto que es él el objeto observado y juzgado, cuando se da cuenta que el texto proyectado negro sobre blanco en una pantalla habla de él. Se trata de “Instant Narrative”, descripción en tiempo real de aquello que sucede en la sala, incluídos las actitudes y los comportamientos del público. Como si no bastase, el observador observado, insertado en los mecanismos escópicos de la re-entry luhmanniana, es también objeto de insulto: los guías de la visita a la muestra sin obras (El artista sin obras), al final de la visita, mirando fijamente al público a los ojos y estrechando sus manos uno a uno, utilizando el filtro de las “comillas” (se cita a Guy Debord y a Peter Handke) les tratan de aprovechados y de pequeñoburgueses. Después de esta experiencia, nada es como antes, y también el mundo ceremonioso de los empleados que deambulan por los Giardini en los días de inauguración, se nos aparece cuando menos siniestro. Se ha abierto una brecha en la construcción teatral de las relaciones económicas y sociales, la misma brecha que abren sobre la realidad los locos, los psicóticos, y los inadaptados. Los inadecuados. Es la vergüenza social descrita por Goffman, según el cual el que se mueve de modo inoportuno o inapropiado – el cómico o el psicótico- destruye mundos, “desgarra la tela de la realidad inmediata”. La tarea del artista no es solo por tanto “hacer mundos” como auspiciaba idealísticamente Daniel Birnbaum hace dos años, sino también destruirlos, abrir los ojos sobre la modalidad de su construcción.
La desaparición de las obras y la disgregación del artista en un número de sujetos delegados que hablan de él, van de la mano de la total indiferencia lanzada sobre el concepto del estado-nación. El pabellón es español, pero podría ser de cualquier sitio: la internacional situacionista late todavía.
Estupendo!
gracias por ponerlo tb en castellano.
será un placer seguir el blog, ya que no puedo estar allí.
Y si hablan de Erving y de Guy..pues miel sobre hojuelas!
Arto