Para empezar, quiero que todos ustedes piensen en una mentira que les hayan contado.

Saludos de Charles Filch, viernes 16 de Septiembre.

Para empezar, quiero que todos ustedes piensen en una mentira que les hayan contado.

¿Tienen ya esa mentira en mente? ¿Sabían, cuando se la estaban contando, que era mentira? ¿Sabía, el que se la contaba, que ustedes sabían que mentía? ¿Entendían ustedes por qué mentía? ¿Le han perdonado?

Mi nombre es Charles Filch. Soy un personaje de ficción. Mi nombre quiere decir ladrón y lo inventó John Gay para su novela The Beggar’s Opera. Después Bertolt Brecht me resucitó para su Ópera de los tres peniques. Después de nuevo para su Novela de los tres peniques. Finalmente, fui resucitado por una artista española para vivir durante tres meses en Münster, como mendigo. En Münster tuve un gran éxito. La gente me adoraba y empecé un negocio de chapas, de las que te pones en la camisa, con mi cara en ellas, otras con la cara de Danny Ocean, aka George Clooney. También gané mucho dinero dando conferencias sobre mi verano en Münster, todo el mundo quería oírlo. Cuando me marché de Münster, seguí con el negocio de las chapas, encontré un socio, ¡Nos hicimos ricos! Teníamos una fábrica con 150 italianos trabajando, luego los cambiamos por personas chinas, que trabajaban más por menos dinero. Conocí a una chica, me enamoré, compramos una casa con piscina y tuvimos dos hijos, una niña, July, y un niño, Louis. Louis tiene ahora cuatro años.

Pero trabajaba tanto que llegaba más y más tarde a casa, tenía que madrugar mucho, nunca veía a los niños, mi mujer tenía dolor permanente de cabeza, empecé a beber, bebía más y más, mi socio me compró mi parte del negocio, y un día volví a casa y mi mujer ya no estaba, se llevó a los niños, Camilla y Louis. Luego me enteré que se había marchado con mi socio. Se quedó con la casa y con los niños.

Hace ya un año que no veo a los niños (la voz de Charles Filch se quiebra. El público ríe nerviosamente). El otro día hablé con mi hijo Georgie por teléfono, pero no quería hablar conmigo (empieza a sollozar; cuatro personas de entre el público se levantan y se van). Lo he perdido todo (levanta el rostro, está húmedo de lágrimas). Si tienen algo de dinero sobrante, cualquier cosa, cualquier moneda, algo de comer, se lo agradecería mucho. Una ayuda, por favor.

Se levanta y pasa un vaso de plástico con algunas monedas. Las mujeres no lo dudan: todas buscan en su bolso. Los hombres parecen realmente avergonzados. Charles Filch se mantiene firme delante de ellos hasta que finalmente dejan caer una moneda en el vaso.

Cuarenta y cinco minutos más tarde, Charles Filch está sentado en un banco blanco con una cerveza mediada en la mano, de la que bebe constantemente. La cerveza se la ha traído Talía con parte del dinero conseguido en los primeros tres minutos de performance. Ha hablado durante cuarenta y cinco minutos, bailado con una joven del público, ha animado a todos a cantar “feliz cumpleaños” y una canción que parece sacada de Barrio Sésamo (If you’re happy and you know it, clap your hands!), ha intentado sin éxito vender varios artículos, finalmente ha conseguido vender un plano de la bienal firmado por él. Ahora bebe su cerveza mirando fijamente al público, que al cabo de diez minutos de silencio comienza a levantarse y a irse. Finalmente, la joven con la que ha bailado le lía un cigarrillo y le invita a fumarlo fuera. Los dos se van.

 

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